martes, 29 de julio de 2014

Mirar al Ébola a los ojos

Virus del Ébola
Esta tragedia no tiene una imagen definida, se ve a través de un cristal; esta tragedia no huele a nada, pues la máscara sirve para poco más que respirar; esta tragedia no se siente con los dedos, el traje no deja ni un solo milímetro de cuerpo libre. Esta tragedia no se ve, ni se huele, ni se toca, pero sí se oye. Y se siente. Se siente muy adentro. La llaman Ébola y es el virus más mortal de la Tierra. 



Médicos transportando el cadáver de un afectado

Imagino los pensamientos de los cientos de médicos que se han desplazado a Guinea, Sierra Leona y Liberia, quienes intentan devolver la esperanza a los afectados a través de un traje que les arrebata todo vestigio de humanidad. Imagino lo que pensarán, al saber que se enfrentan a un virus sin cura, al que tan solo logran vencer en dos de cada diez casos. Cómo lograrán no desfallecer ante la idea de perder tantas vidas en tan poco tiempo...

Pero sobre todo, trato de imaginar la impotencia de enfermos y familiares, el miedo de los habitantes de estos países y sus vecinos, cada segundo de la vida que les ha tocado vivir desde que, a principios de este año, surgiera un brote de Ébola. Esa enfermedad que comienza como comienza cualquier resfriado común, que se presenta de repente para dejar huella en las vidas de sus víctimas, que no tarda en paralizar los órganos vitales para llevar consigo a los afectados, arrastrándolos hacia la oscuridad total. 


Enfermo de Ébola siendo atendido
Me gustaría no pensar en lo que debe suponer sentirse enfermo, sin ganas de seguir luchando, y ver cómo los médicos se acercan completamente cubiertos, sembrando la duda de si realmente son humanos o no. Ver las caras de preocupación detrás de los cristales que cubren sus ojos. Preocupación e impotencia. No soy nadie para hablar de lo que se puede llegar a sentir en ese momento, pero creo que la mezcla de sensaciones podría conmigo. Y aunque no tengo la solución, sé que cerrando los ojos y dando la espalda al drama, éste no desaparecerá.
 
Enferma de Ébola en Guinea
Por esto, creo que la mejor opción es hacer todo lo que esté en nuestra mano para lograr que esta enfermedad no caiga en el olvido y arrastre con ella más cientos de vidas. La mejor opción es recordar que a la espalda de muchos de nosotros se encuentra un continente lleno de países que piden a gritos nuestra ayuda, gritos que logramos hacer callar más rápido que cualquier susurro en el Primer Mundo.






La mejor opción es afrontar la realidad y mirarla a los ojos. Mirar al Ébola a los ojos.